Disfrutemos la salud, el gozo de vivir, pero asumamos, con igual serenidad, la enfermedad, la muerte y la tristeza. (José L. Gago de Val)
Se me fué Enero y al parecer este año está más acelerado que el anterior. En apenas un mes, siento que he vivido años, aprendido más allá de lo esperado, sufrido como nunca imaginé, amado como nunca pensé sería capaz, y experimentado el amor de Dios en su máxima expresión.
El 14 de Enero, la abuela volvió a recaer y nuevamente tuvimos que hospitalizarle por una semana. Otra neumonía y una desidratación severa (ya eran 16 días sin tomar alimento solido), le afectaron a tal grado que creimos que el final estaba cerca. Ante esta situación, no quedó mas que llamar a sus 6 hijos y asegurar de que ella no moriría sola en caso de un desenlace. Los que estaban fuera del país y de la ciudad, tuvieron que venir. Fueron momentos muy angustiosos, agotadores, dolorosos. A pesar de todo, mi abuela salió de su crisis, ahora mucho más delicada y con la necesidad de estar más y mejor atendida. La casa de la tía Elsa, con quien ella vive, se ha convertido en un pequeño hospital, para atenderle las 24 horas del día. La vida nos ha cambiado y ha puesto a prueba la capacidad de renuncia al yo, la capacidad de entrega y servicio...al final de cuentas, la capacidad para realmente amar, hasta que duela.
Esta crisis ha servido de mucho para mi vida, me ha ayudado a crecer y madurar en la entrega, en el caminar diario, en comprender que el dolor no es del todo negativo, que la enfermedad no es maldición ni razón para reclamar; al contrario, es allí donde encontramos muchas gracias y bendiciones.
A lo largo de este proceso, también hemos sido testigos del infinito amor de Dios, que siempre escucha nuestras peticiones y responde a nuestras necesidades. Sin su asistencia y fortaleza, sería imposible realizar todo lo que se debe hacer, contar con la paciencia necesaria, con la serenidad requerida en los momentos difíciles.
Todavía falta mucho por andar, por seguir aprendiendo, por dar sin esperar nada a cambio, pero sobre todo, por amar a una mujer que durante 82 años de su vida ha sido un ejemplo de entrega y amor. Un ejemplo de lucha, hasta en las crisis más severas e "imposibles" de librar.
Comentarios
Me alegra volver a ver tus letras Irina, espero que tu pariente mejore y deseo que vivas con salud mas de cien años. ¿podrás?
Un afectuoso Saludo.