Hoy desperté de un corto sueño. Después de cuatro horas dando vueltas en la cama, pensando en el retorno a Tegucigalpa para venir al velatorio de mi primo, desistí de la idea de poder descansar. Es inútil pegar los ojos cuando alguien querido se nos ha adelantado...la mente da vueltas y por mas que queramos, no podemos pararla!
En mi camino a la estación de buses, me encontré a un tipo que vive de la recolección de latas de aluminio y botellas de plástico. Una bicicleta del siglo pasado y varios costales bastan para realizar su tarea desde muy temprano. "Aquí estoy bien!" me dijo, "Tegucigalpa es my grande para mí, y no me conviene" Después de escucharlo me he quedado pensativa sobre lo que es mejor y más conveniente para mí, tomando en cuenta que la vida se nos va en un "abrir y cerrar de ojos". Todavía no encuentro la respuesta. ¿Existirá alguna correcta? Varios años de universidad no parecen ser suficientes para saber qué es lo que más me conveniene ¿Qué es la vida sino una larga lista de aciertos y errores, de momentos tristes y alegres, de intentos fallidos y sueños realizados?
Y es hasta que llego al velatorio de Mauricio que me doy cuenta que la vida se hace andando, luchando, cayendo, sufriendo. Que el último capítulo no es necesariamente el más feliz y menos doloroso, sino al contrario. Que no podemos decidir ni el momento ni la forma de despedirnos. Sin embargo, en este caminar, sí podemos trabajar en la forma en que deseamos ser recordados, en la diferencia que haremos en la vida de otros y en los frutos que como consecuencia podamos cosechar (o que otros puedan cosechar aún cuando no tengamos más tiempo para verlos o darnos cuenta). En esto consiste el milagro de la vida para mí: en abrir los ojos cada día y levantarme con el firme propósito de amar y hacer la diferencia en lo que deba. ¡Sólo por amor a otros, toman sentido las luchas, pesares, caidas y sufrimientos!
En mi camino a la estación de buses, me encontré a un tipo que vive de la recolección de latas de aluminio y botellas de plástico. Una bicicleta del siglo pasado y varios costales bastan para realizar su tarea desde muy temprano. "Aquí estoy bien!" me dijo, "Tegucigalpa es my grande para mí, y no me conviene" Después de escucharlo me he quedado pensativa sobre lo que es mejor y más conveniente para mí, tomando en cuenta que la vida se nos va en un "abrir y cerrar de ojos". Todavía no encuentro la respuesta. ¿Existirá alguna correcta? Varios años de universidad no parecen ser suficientes para saber qué es lo que más me conveniene ¿Qué es la vida sino una larga lista de aciertos y errores, de momentos tristes y alegres, de intentos fallidos y sueños realizados?
Y es hasta que llego al velatorio de Mauricio que me doy cuenta que la vida se hace andando, luchando, cayendo, sufriendo. Que el último capítulo no es necesariamente el más feliz y menos doloroso, sino al contrario. Que no podemos decidir ni el momento ni la forma de despedirnos. Sin embargo, en este caminar, sí podemos trabajar en la forma en que deseamos ser recordados, en la diferencia que haremos en la vida de otros y en los frutos que como consecuencia podamos cosechar (o que otros puedan cosechar aún cuando no tengamos más tiempo para verlos o darnos cuenta). En esto consiste el milagro de la vida para mí: en abrir los ojos cada día y levantarme con el firme propósito de amar y hacer la diferencia en lo que deba. ¡Sólo por amor a otros, toman sentido las luchas, pesares, caidas y sufrimientos!
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